Ella,
tratando de hilar sus pensamientos, actúa sin lograr concretar nada y se queda
así, impávida, como si nada de lo que hiciera les afectara.
Ellos,
por su parte, tratan de continuar caminando, aunque como con una puñalada se
desangren con cada cambio de decisión, cada locura, cada temperamento; es que
pareciera que ellos tuvieran una visión un poco más clara del mundo, que fueran
más conscientes de la mierda que se necesita comer para enfrentar con ganas la
vida, esa que pocas veces es color de rosa. Ellos que han recibido golpes
continuos de ambos flancos, a veces simultáneamente, a veces por turnos.
A
mí, que soy una de ellos, ya se me acabaron las ganas, y fuerzas, aunque pueda
sacarlas ya no las quiero desgastar, he perdido todo mi tiempo, es que
pareciera ser que quienes menos invierten, invierten mejor.
Yo
por mi parte, trataré de olvidar, de desaprender el amor natural, que en
últimas no sé para qué se siente si todos tenemos que dejarlo a un lado para
continuar con la maldita individualidad del mundo moderno.
Ella,
que haga lo que quiera en el sur, al fin y al cabo cada cual terminará por comerse sus
propios deshechos o sus propios frutos, todo depende de la siembra.