... Y es que ya no me son suficientes las palabras para poderte decir que los días se tornan efímeros a tu lado, y que la eternidad no me alcanza para descubrir en cada uno de tus poros una razón más para seguir caminando a tu lado con la firmeza con que la Tierra gira al rededor del sol para regalarnos días y noches, que aunque fugaces, corren a la velocidad con la que este corazón late ansioso por verte, por tocarte, por besarte, por abrazarte, por sentirte; e inevitablemente retorno a la bóveda azul que habité antes de que mi cuerpo fuera material y penetrara por mis ojos la luz brillante de los tuyos, anclándome a tu ser como fueron anclados Tristán e Isolda mientras transitaban caminos medievales, cuando la predestinación divina se impuso sobre la orden real y ningún argumento fue lo suficientemente convincente para que su río, que ahora era uno, dejara de correr impetuoso.
El sonido del viento trajo la impetuosa lluvia,
las flores cayeron, expiraron.
Tu sonrisa trajo el sol,
el árbol germinó.
Volvieron las flores al árbol,
y tu sonrisa a mi corazón.
Alta es la visión de quien ama,
Más que la de las águilas,
Oscuridad jamás será vista por sus ojos porque
Rápido perdona quien tiene por fundamento el AMOR
Apagas las luces y soplas mis sueños con la misma ingenuidad con la que un niño sopla un diente de león. Y lo deshace.
Me dijiste: mientras duermo tu aroma me acompaña.
Yo te digo entonces que duermas.
Que duermas mientras duermes,
mientras caminas,
mientras hablas,
mientras vives...
Entonces seré Intensa en la Ausencia.
¿Qué es un sentimiento reprimido?
Es estallar en juegos pirotécnicos por dentro mientras tu cara no refleja nada más que la cotidianidad.
