Siento que no tengo fuerzas ya, ni siquiera para levantar la
mirada y mucho menos los brazos para pedir ayuda
Mis últimas energías se agotan encausando lágrimas
torrentosas, de esas que duelen.
No queda nada de mí, nada más que la frustración, nada más
que pedazos milimétricos dispersos, quizás algunos ya perdidos.
Tanto desencanto ha desfigurado el ser, y por ahí derecho,
el alma.
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