El
fantasma no se ha ido,
nunca
lo hizo, permanece latente.
Ha vuelto
y esta vez con un ejército
que le
recuerda que está sola,
que
nunca los ha vencido.
Los
ignora a veces, pero ellos arremeten,
rasgan
su alma, sus sueños,
pulverizan
su ser en un chasquido.
Y ahí,
hecha polvo,
se
disuelve en un garrafal aguacero.
Es como
nada, nada que se pueda rescatar.
Los
cuchillos afilados la condenan y muere,
milímetro
a milímetro, es asesinada.
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